martes, 30 de junio de 2009

* Cuando le digo a alguien que no entiende a los amantes de los animales que “tengo 7 gatos” enseguida me preguntan “pero ¿tendrás sitio, no?

He reflexionado mucho sobre esto ya que me lo preguntan con frecuencia y según avanza la conversación creo que realmente están pensando “pero ¿tendrás sitio… donde ponerlos para que estén por ahí y no molesten por la casa?

Yo siempre contesto simplemente “sí” pero en el fondo estoy respondiendo “si, muchísimo sitio, un paraíso sólo para ellos… en mi corazón”

Y es que nuestras mascotas lo que más valoran es el cariño y cuidados que les brindemos. Ellos te quieren igual seas rico o pobre. Después para ser totalmente felices únicamente necesitan un tiempo para estar contigo y un rinconcito acogedor donde seguir soñando contigo.

lunes, 29 de junio de 2009

* Quienes adoramos a los animales y además sufrimos por ellos, tenemos un imán especial para encontrar casos desgarradores.
El otro día en el cementerio había gatos. Fueron apareciendo ante mí de uno en uno como en un desfile de vidas dramáticas.
A una negrita de nada le valió tener la elegancia de su pelo largo: una patada humana la dejo coja desde hace meses. Pero estaba mil veces mejor que aquella que tenía la cara cubierta de moco o no se qué, creo que tenía coriza. Parecía que había perdido el olfato y ya no sabía distinguir lo que era comida de lo que no. Tampoco le sirvió de nada ser blanca y bonita. Y uno hermoso de ojos sorprendentemente azules, que de nada le valió ser un auténtico siamés... en fin, también había un perrito… pero para qué seguir…

Bien dicen que en el cementerio somos todo iguales.
* La bondad animal no deja de sorprenderme.
Leí varias versiones de una historia real, pero la idea es la misma: dos personas criaron a un cachorro de león, pero cuando éste creció lo devolvieron a la vida salvaje. Años después volvieron para verlo y... mirad lo que pasó:
* Bla bla bla…habla cucurucho que no te escucho

La democracia como estilo de vida no es lo mismo para todo el mundo. Cuántas veces alguien (en nombre de la democracia, por supuesto) te habrá presionado para hacer, pensar y decir cosas que ni harías, pensarías o dirías. Y es que al parecer la democracia está, sin duda, en opinar igual que ellos/as. Si manifiestas una opinión diferente, estás manifestándote en contra de la democracia establecida…. (la establecida por ellos/as, claro)

Más aún. Lo mejor es pensar, decir y hacer todos/as lo mismo... lo mismo que ellos dicen, naturalmente. No hay pluralidad posible.
Sí, esa pluralidad basada en el respeto a la libertad y los derechos de cada uno... Donde la autonomía está muy restringida, y el control y la represión es subliminal. Todo muy totalitario. Todo sigilosamente supervisado.
Leí por ahí que Carl Friedrich decía: “Todo el mundo está en favor de la democracia, pero cada persona tiene su propio concepto de la democracia”

domingo, 28 de junio de 2009

* Además de mis gatos, tengo apadrinados a Cacao y a Lula, unos gatitos afortunados entre los desafortunados.

Cacao




Lula

Lo digo porque podría ser peor. Viven en la protectora pero espero que pronto encuentren una familia que les quiera. Si quieres puedes animarte. Están en http://www.protectoraoriolana.org/
* Quienes me conocen, saben cuánto me gustan los animales. He tenido canarios, hamsters, perros... pero ahora sólo tengo gatos. Pocos entienden cómo puedo tener 7 gatos. Sólo los amantes de los animales. Sobra decir que la mayoría de mis mascotas está en mi casa porque alguien sin escrúpulos los echó antes de la suya en el peor momento de su vida. Ya sé que hay quien diría un poco a la defensiva "tanta gente que hay pasando necesidades..." pero tengo claro que el que dice eso no ayuda ni a los animales ni a las personas. Lo dice para justificarse, pero se engaña a si mismo pero a nadie más... y a mi menos.
Os voy a presentar a mis mascotas:



* Te voy a contar un cuento:

La bailarina


Sonaba una canción de ritmo no muy lento. Los allí presentes bailaban recatadamente en parejas. No se oía más que la música y el murmullo habitual de un local de baile aburrido.

Echando un vistazo, nada llamaba la atención: ni los tacones, ni las corbatas... Ni siquiera el collar de perlas de la de rojo… Después de un rato observando todo era monotonía…

Y así la misma estampa sábado tras sábado.

Pero una noche, a media pieza se acercó una joven que con paso seguro se situó en medio de la zona de baile, despejándola con tanto donaire. Al instante se echó al suelo haciendo molinos sin tocarlo con las piernas. Poco a poco las fue levantando hasta hacer el pino y dar una voltereta de medio lado. De ahí siguieron una serie de saltos, palmadas y giros al ritmo de la música que dejaron sobrecogidos a los presentes.

Todos se quedaron boquiabiertos y los vasos repiqueteando en sus mesitas redondas.

Cuando se acabó la canción el silencio era absoluto. La joven se acomodó la blusa con firmeza, se dio media vuelta, atravesó la pista y sin mirar a nadie se fue haciendo un pasillo entre la gente.
El collar de perlas se desgranó... clinc, clinc, clinc, clinc...

Y allí nada volvió a ser igual.

* Te contaré un cuento:

Borlita

Érase una vez una oveja llamada Borlita que vivía feliz en el redil con otras ovejas. Todos los días salían juntas a pasear y a pastar por el prado. Esa era su vida. Todas eran iguales y así eran felices.

Un día todo cambió: su amo decidió ponerle un collar con una campanita dorada. Borlita no sabía para qué era eso. No quería darle importancia, pero desde el primer momento todas sus compañeras empezaron a pasar en silencio por delante de ella para mirar su nuevo aspecto. De vez en cuando la miraban de reojo, incluso se reían a escondidas…

Aunque nuestra ovejita seguía siendo la misma, poco a poco se dio cuenta de que sus compañeras murmuraban a su espalda:
-¡mira qué presumida!
-¡se cree más guapa que nosotras! decían las más envidiosas.

La verdad es que Borlita se veía muy favorecida con ese collar dorado que tanto brillaba con el sol, pero sus amigas no querían reconocerlo: “qué ridícula se ve así”

Para colmo cada vez que se movía, la campanita sonaba irremediablemente. Entonces ellas la criticaban todavía más:
¡lo hace a propósito! ¡quiere hacerse la importante! ¡le gusta llamar la atención!

Pasados unos días la pobre Borlita se dio cuenta de que las cosas habían cambiado. Estaba sola. Ya nadie conversaba con ella. Sin embargo el resto de las ovejas le echaban la culpa: “es ella que desde que tiene collar se considera mejor que nosotras”

El tiempo pasó y Borlita se acostumbró a su nueva vida con la campanilla:

Como sus compañeras ya no conversaban con ella, le sobraba tiempo para hacer cosas más interesantes.

Ya que su campanilla sonaba sin cesar, aprendió a moverse con salero para que sonara como una musiquilla preciosa.

Además buscó nuevas amistades: los pájaros que le enseñaron qué es la libertad, las flores de las que aprendió qué es la alegría, las nubes que han visto muchas cosas desde tan alto, las estrellas que todo lo observan… hasta aprendió a escuchar al viento silbando desde lejos.

Entonces se dio cuenta de que todo esto es, realmente, lo que la había convertido en una oveja diferente a todas las del redil y no el collar con la campanilla.

Y se sintió bien.

Se sintió feliz por ser diferente.

Quiso seguir siendo diferente.
* Una cosa que siempre me ha llamado la atención es la perspectiva que se tiene del respeto a las personas llamadas "diferentes".
He observado que la gente lo asume como una obligación (y a veces como una obra de caridad o algo así) ante la aparente pasividad, conformismo y resignación del que es "diferente".
En ocasiones incluso se da por sentado que el "diferente" está en una situación de desventaja y no siempre es verdad. Pocos se plantean que el "diferente" pueda ser un privilegiado, o que esté orgulloso de serlo y simplemente que prefiera seguir siendo así.
Lo que sí es verdad es que hay quien acepta con más facilidad al "diferente-desfavorecido" que al "diferente- favorecido"