viernes, 10 de julio de 2009


* El premio Nóbel de Literatura (1990) Octavio Paz compartió 34 años de matrimonio con Marie José Tramini, su segunda esposa.

Ella contó que un día encontró a un gatito en la calle. Lo llevó a casa y al verla entrar con él en brazos, el escritor le dijo que no. Pero ella insistió y finalmente el gato se quedó.

Nágara fue el nombre japonés que el poeta Juan Almela sugirió para el gato de los Paz.

Fue un gato famoso entre sus amigos hasta que se murió, unos seis meses antes que su amo.

La noche del 21 de diciembre de 1996 se produjo un cortocircuito en su departamento. Gracias a Nágara se dieron cuenta. La pareja veía la televisión. De repente oyeron un ruido provocado por el gato que al ver el incendio se asustó y tiró algo. El humo se expandía rapidísimo. Abrieron las ventanas y a oscuras salieron huyendo.

Aquella noche la pasaron en un hotel, vivos y a salvo. Posiblemente el felino les había salvado la vida.
* He leído que el pensamiento positivo, en ocasiones, puede hacer que la gente se sienta peor.

Repetir frases positivas sobre uno mismo como "Soy una persona querible" o "Voy a tener éxito" o 'Soy poderoso, soy fuerte, y nada en este mundo puede detenerme' hace que algunos se sientan peor en vez de levantarles la autoestima

Posiblemente cuando una persona con baja autoestima repite pensamientos positivos, probablemente tenga pensamientos contradictorios. Por lo tanto, si están diciendo 'Soy una persona querible', pueden estar pensando 'Bueno, no siempre soy querible' o 'No soy querible en este sentido' y estos pensamientos contradictorios pueden desbordar los pensamientos positivos.

Los pensamientos positivos pueden ser efectivos cuando forman parte de una terapia más amplia, pero la sola repetición de un mantra positivo no levantará la autoestima.

jueves, 9 de julio de 2009

* Es el colmo del maltrato animal...

Me refiero a la “obra de arte” que expuso Guillermo Vargas “Habacuc” en la Galería de arte Códice de Managua (Nicaragua) en agosto del 2007.

Se trata de un perrito débil, quizá enfermo y medio cojo, capturado en la calle.


La “obra de arte” consistía en dejar morir al animal, es decir, en observar cómo transcurría día tras día negándole comida y agua.
Sí, ver sus últimos días atado con una cuerda al cuello, hasta fallecer allí mismo de inanición, en la propia galería, junto a una frase en la pared que decía “Eres lo que lees” confeccionada con pienso para perros en letras bien grandes.
A todo ese macabro montaje él le llamó “arte”. Yo le llamo tortura y él me parece un psicópata.
No puedo entender que los visitantes y los responsables de la exposición no hicieran nada.

Por si fuera poco, le han invitado a repetir la exposición de nuevo y él dijo que encantado. Menos mal que se han recogido firmas suficientes y finalmente no repetirá esa atrocidad.

Para Natividad (que así se llamó al perrito) ya es tarde, pero ojalá no se repita algo así.

Alguna de las terribles imágenes son:
Capturado y sin fuerzas




Cada vez más delgado:

Si nos fijamos, hasta han puesto al pobre animal cerca de un enchufe.

A pesar de vivir un infierno, se humilla bajando la cabeza y parece mover la cola ante los humanos, intentando agradarles y que se apiaden de él. Debe preguntarse qué ha hecho mal, por qué nadie se acuerda de darle alimento, por qué nadie le quiere...

El estúpido mensaje del "artista":

La indiferencia humana:

...y quizá el fin

... va por ti, Natividad. Hasta siempre.
* Freddie Mercury, el conocido músico inglés, gran estrella del rock, era un gran amante de los gatos y tenía 7 habitando en su casa y en sus jardines.


Él consideraba a sus gatos como hijos. Cuando estaba de gira, pasaba horas en el teléfono charlando con sus amados gatos.

Pidió a la artista Ann Ortman que inmortalizara sus adorados felinos pintando sus retratos. Algunos de esos retratos son :


Sentía una especial predilección por una gata de nombre Delilah que le ayudó a sobrellevar sus últimos días de enfermedad y a la que dedicó una canción con el mismo nombre.






Esta canción apareció en el disco “Innuendo” en 1991, poco antes de su partida.





* De Borges, nunca está todo dicho. Para este argentino, poeta, ensayista y escritor, con una vida tan interesante, todo era literatura, hasta el nombre de sus gatos. Uno se llamaba Odín, como el dios de la mitología nórdica.


El otro era el famoso gato peludo, gordo, castrado y blanco, que se acurrucaba en la colcha de su cama.
Según algunas fuentes, perteneció en un principio a la hija de la mujer de servicio quien terminó regalándoselo por el cariño que se tenían el gato y escritor. Se llamaba Pepo en honor a Pepona Rinaldi, un jugador de fútbol, pero en cuando el escritor oyó su nombre, recordó el poema veneciano de Lord Byron y exclamó encantado: ¡Ah! ¡Beppo, el gato de Byron! Y con ese nombre se quedó para siempre.

Pues en una ocasión Fanny, ama de llaves de Borges, vio que Beppo se miraba en el espejo y creía ver enfrente a un gato rival. Se lo contó al escritor y así nació este poema:
BEPPO

El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?

… y Beppo quedó inmortalizado con estos versos incluidos en su obra 'La cifra' de 1981.

miércoles, 8 de julio de 2009

* A modo reivindicativo, me he propuesto no ver los Sanfermines este año. He dicho ¡basta! y no veré nunca más ese espectáculo tan humillante y degradante, pero me está costando horrores. Primero los transmiten en directo y luego vienen las repeticiones y los comentarios. ¡… y vengan repeticiones...! Te repiten el encierro varias veces, en varias cadenas y a diferentes horas del día. Además te informan detalladamente cómo ha transcurrido todo. Teóricamente el recorrido dura unos 3 minutos y son unos 900 metros. ¡Pues hay que ver lo que dan de sí esos 3 minutos!

Por si fuera poco, aparece la conductora de un programa que no tiene nada que ver con los Sanfermines, luciendo un pañuelo rojo en el cuello. Eso significa que le gustan. Que le gusta el ultraje a que son sometidos los toros antes de su muerte lenta. Que no le importa el dolor de un ser tan vivo como ella. Que es partidaria de… bueno… todo eso.

Me da igual que digan que es una tradición con su historia. También es histórica la esclavitud de los negros, la ablación de las niñas, la persecución de los judíos, la lapidación, el genocidio kurdo, el holocausto palestino, el machismo… y sin embargo la humanidad ha reaccionado y sabe que eso no es ni ha sido bueno. Que son cosas a evitar. Que el deseo mayoritario es que no se repitan.

Espero que la causa animal sea cuestión de tiempo y de evolución mental.
Pero que no tarde mucho, que hay mucho sufrimiento de por medio.
...
Me viene ahora a la cabeza la fábula de Ferdinando el Toro, escrita en 1936 por Munro Leaf e ilustrada por su amigo Robert Lawson. Posteriormente fue adaptada y llevada al cine por Disney en 1938.
Se trata de un torito distinto a los demás. No quiere ir a la plaza. Realmente, este personaje hoy es un símbolo pacifista, pero en su momento ese libro fue prohibido en España y considerado subversivo en varios países.
El mensaje es que en este mundo tiene que haber un sitio para todos, basado en el respeto, independientemente de nuestras diferencias y a salvo de todo tipo de violencia.
Podéis disfrutarla aquí: http://www.youtube.com/watch?v=XjN2Ly2VhH4

Son 7 minutos y merece la pena.

viernes, 3 de julio de 2009




* No estoy segura de que Hemingway adorase a los animales, tomando en cuenta su afición por los Sanfermines, la caza, la pesca y la cría de gallos de pelea. Pero intuyo cierta predilección por los gatos, o al menos eso parece indicar el hecho de que también en Cuba tuviese 57 gatos en su Finca Vigía.

Finca Vigía, de estilo español, fue construida a finales del siglo XIX por un arquitecto catalán. Después pasó a ser propiedad de un francés y alquilada por el escritor en 1939. Finalmente la compró en 1940.

Es una extensión aproximada de 4 hectáreas a pocos kilómetros de La Habana, que dispone de biblioteca con unos 9000 libros, los espacios propios de una vivienda además de terrazas, piscina e inmensos jardines de magnífica vegetación, con especies de aves endémicas que la convierten en una reserva ecológica. Además contiene obras de arte, objetos de uso personal, música, recuerdos y sus trofeos de caza.
Entre sus trofeos de caza, se conservan en las paredes de las diferentes habitaciones la cabeza de un impala, un león, un leopardo, un búfalo y de otras especies menos conocidas que nos proporcionan valiosa información acerca de la personalidad, gustos e intereses del escritor.
También disponía de cementerio para perros por el sendero próximo a la piscina, con las lápidas de Blackie, Negrita, Machakos y Black Dog.
También tenía cementerio para gatos bajo la puerta del comedor de la casa. Algunos de sus gatos tienen su propia leyenda: Boise, Missouri, Spnedy, Bigotes, Ambrosy…Todos llevan la consonante “s”. Según parece estaba convencido de que a los animales les atraía esa consonante al ser alargada su pronunciación.
Ambrosy era el más viejo. Vivió 16 años. Se murió en 1969. Era un gato blanco y negro, que es recordado por su costumbre de registrar la alacena.
Boise era un gato viejo y maleducado. Consentido por su dueño, se subía a la mesa a la hora de las comidas.
A Bigotes le atribuyó la muerte de la gata favorita de Mary, la compañera del escritor. Con un certero disparo en la cabeza, el escritor se deshizo de él.

En 1960, unos 21 años después de su llegada, Hemingway se alejaría de Cuba para no volver jamás. En el pequeño puerto de Cojimar se quedaba su barco, hecho de caoba y roble, llamado “El Pilar”. Hoy está en la cancha de tenis de su casa. Gregorio Fuentes, patrón del barco e inseparable compañero de pesca, fue el hombre que le inspiraría la figura de “El viejo y el mar”, basado en buena medida en las vivencias que ambos compartieron.

El 2 de julio de 1961 el escritor se suicida. Con la autorización de Mary Welsh, su mujer, se declara museo a Finca La Vigía, y es inaugurada como tal el 21 de julio de 1962, fecha en la cual Hemingway hubiera cumplido 63 años.